A la luz de algunos hallazgos, que dan cuenta de los grandes riesgos de esta fuerza laboral, coaliciones promueven que se apruebe este mismo año en la legislatura estatal, una iniciativa que daría luz a nuevas protecciones. La propuesta ha estado estancada por tres años.

Desde hace más de una década se ha documentado claramente cómo las trabajadoras de los salones de uñas, en su mayoría inmigrantes hispanas y asiáticas, están expuestas no solo a la explotación y a los bajos salarios, sino que los esmaltes, pegamentos y removedores, con los cuales hacen verdaderas obras de arte, contienen un “trío tóxico” de formaldehido, dichalato y tulueno, muy asociados con abortos espontáneos.

En este contexto ya conocido, algunos balances dan cuenta de estos riesgos, específicamente en Nueva York, que a la vez dan aliento a que coaliciones “afilen más sus uñas”, para defender una iniciativa de ley que mejoraría las condiciones de las manicuristas y pedicuristas.

Según un nuevo informe de la Coalición de Salones de Ups Nail de Nueva York, “los técnicos de uñas experimentan muchos desafíos, pero los riesgos para la salud siguen siendo una de las mayores preocupaciones expresadas entre esta fuerza laboral“.

Este grupo de defensa encuestó recientemente a más de 300 trabajadores de estos salones que describieron detalles “desgarradores” de los efectos que genera esta actividad en quienes tienen en este oficio, un medio para sobrevivir.

Entre los hallazgos de este análisis, se precisó que 17% de los técnicos de uñas de Nueva York, dijeron que tenían problemas de salud reproductiva, eso es seis puntos porcentuales más alto que las mujeres en el país en general.

El 18% informó que tenían complicaciones del embarazo, en comparación con el 8% de las mujeres en la población general.

El 7% dijo que tenían hijos con defectos de nacimiento, para la población general, es del 2%-3%.

“Necesitamos tomarlo en serio”

Desde hace tres años, los grupos de defensa de los trabajadores de la manicura en Nueva York, han exhortado a la legislatura estatal, para que aprueben la Ley del Consejo de Normas Mínimas de Salones de Uñas, pero este miércoles promovieron varias jornadas para presionar a los líderes de la Asamblea y Senado Estatal para que este año no dejen languidecer esta iniciativa.

“Se necesita urgentemente esta legislación, especialmente dada la creciente evidencia de que los técnicos de salón de uñas, enfrentan mayores daños de salud reproductiva, incluidas las complicaciones durante el embarazo y los defectos de nacimiento en los niños, en comparación con el público en general”, destacaron los activistas y líderes electos en una manifestación simultánea en las oficinas de la líder de la mayoría del Senado del Estado de Nueva York, Andrea Stewart-Cousins, y el presidente de la Asamblea del Estado de Nueva York, Carl Heastie.

La Ley del Consejo de Normas Mínimas de Salones de Uñas, establecería un directorio de trabajadores de la industria y propietarios de pequeñas empresas y representantes gubernamentales, para recomendar nuevos estándares laborales para proteger los derechos del lugar de trabajo y la salud reproductiva de las mujeres empleadas en esta industria.

“Nueva York se enorgullece de ser un líder nacional en la protección de la justicia reproductiva, pero hay un área en la que todavía nos estamos quedando cortos. Esta fuerza laboral compuesta en gran parte de mujeres de color inmigrantes, está expuesta a riesgos de salud ocupacional tan severos que nosotros necesitamos tomarlo en serio”, reaccionó la senadora de Queens, Jessica Ramos, patrocinadora principal de esta legislación.

Las juntas sectoriales estatales que promueve esta legislación, están ganando impulso en todo el país, como una forma de elevar los estándares en muchas industrias de bajos salarios, donde las mujeres constituyen una parte importante, desde hogares de ancianos, atención domiciliaria y restaurantes de comida rápida.

Detrás de un aborto espontáneo

Los participantes en las manifestaciones en Albany y El Bronx, incluyeron trabajadores del salón de uñas que enfrentan riesgos y explotación para su salud, miembros y líderes de la Coalición de Salones de Niñas de NY Healthy, el Comité de Seguridad y Salud Ocupacional de Nueva York (NYCOSH) y Adhikaar.

“Mi médico solía decir que el entorno afecta la salud de un niño, pero nunca especificó qué tipo de entorno. Ahora que sé sobre los daños de la industria, estoy conectando mis largas horas, sin descansos y exposición a productos químicos, como las razones detrás de mi aborto espontáneo“, dijo una mujer encuestada, quien ha sido manicurista durante diez años.

Asimismo, la ecuatoriana Luisa Zambrano, como prefirió llamarse para esta entrevista, asegura que aprendió este oficio en su país natal, logró sus certificaciones y toma siempre consejos sobre las reglas mínimas de protección.

“Puedes usar de manera permanente máscaras, guantes, aunque siempre hay un riesgo de hongos y bacterias. En mi caso estar agachada tanto tiempo me afectó la columna. Ya yo soy una mujer mayor. Pero lo peor es cómo afecta tu salud mental, las condiciones de trabajo que imponen ciertos patrones, que te tratan como una esclava, porque saben que tu necesitas el trabajo”, compartió la migrante de 52 años de edad, con 15 años dedicada a tiempo completo a esta actividad estética.

No hay ventilación

Y es que como determinó el reporte de Ups Nail, el “trío tóxico” en los salones de uñas, es solo la punta del iceberg, pues los trabajadores se enfrentan a docenas de otras toxinas, que son peligrosas para los trabajadores y clientes por igual, que pueden causar dolores de cabeza, asma, mareos, náuseas, vómitos y otras dolencias.

Los resultados de la encuesta también reiteraron muchos factores de riesgo, bien conocidos: solo el 46% de los trabajadores informaron que hay un sistema de ventilación en su lugar de trabajo, a pesar de las regulaciones promulgadas por el Departamento de Salud del Estado de Nueva York en 2015.

Además, el 40% de los consultados que maniobran con uñas acrílicas, están expuestos a químicos que pueden causar daño al desarrollo del feto, además de la piel y problemas respiratorios.

Un alto riesgo

También se dejó claro cómo, el 40% de los trabajadores ratificó que tenían fuertes olores químicos en su salón y otros 35% informó que había una exposición muy grande a estas sustancias, pero con el tiempo se acostumbraron.

Como refiere en su informe la Coalición de Salones de Ups Nail, un metaanálisis de 2016, realizado por el Instituto Nacional de Salud, sugiere que “las embarazadas expuestas a orgánicos volátiles

compuestos como el tolueno y el formaldehído, presente en muchos de los productos de la manicura, tienen más riesgo de tener un hijo con autismo”.

Asimismo, un estudio más reciente de 2019, realizado por el Instituto Nacional Instituto de Seguridad Ocupacional y Salud, las mujeres que estuvieron expuestas largas horas a estos químicos como solventes, tenían mas probabilidades de tener hijos con autismo, que las mujeres que no ejercen esta labor.

Se pondera que ahora hay casi 400,000 trabajadores de salón de uñas en el país, con la Gran Manzana, Rochester, Buffalo, Albany y Poughkeepsie, con el mayor número de estos establecimientos.

Las tres ventajas de la legislación:

Se construiría una nueva base para que toda la industria apoye comunidades y negocios de salones de uñas prósperos y sostenibles en todo el estado.

Se capacitaría a los expertos de la industria, (tanto trabajadores como propietarios) para que trabajen con el gobierno y desarrollen soluciones adaptadas a las necesidades de los salones de manicura.

Se establecerían precios justos para los servicios de uñas, para respaldar mejores condiciones laborales, mejorar las experiencias de los clientes y nivelar el campo de juego para los propietarios de salones responsables.

Mujeres explotadas:

85% de los trabajadores de esta industria se identifican como mujeres.

73% se identifica étnicamente como asiáticos y el 21% como hispanos.

80% de los encuestados de estos trabajadores informan robo salarial, y se calculan que perdieron un promedio de $9,400 en salarios por año.

Por Fernando Martínez

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