Esta semana se reveló que aumentan en la Gran Manzana las inversiones en herramientas para acceder a datos de móviles bloqueados o encriptados.
La fiscalía del distrito de El Bronx, al igual que otros organismos de fuerza de ley y aplicación de la justicia de Nueva York, están apostando cada vez más en los últimos meses, a invertir en tecnologías que permitan “exprimir” al máximo toda la información disponible en teléfonos móviles de sospechosos de crímenes.
El fin es rastrear en segundos, toda la “poderosa data” que se puede obtener de estos equipos. Específicamente, si han estado en manos de quienes estén siendo objeto de investigaciones criminales.
Como revela en detalle la publicación digital The City, esta tecnología que ya se viene aplicando en otros condados, equipa a los fiscales con herramientas mejoradas para acceder a datos de teléfonos bloqueados o encriptados, que hayan sido confiscados a personas después de su arresto.
En este caso, el Condado de la Salsa está apostando al software Cellebrite, desarrollado por una empresa de análisis forense digital israelí, la cual tiene contratos en todo el mundo con organismos encargados de hacer cumplir la ley.
Esta corporación ofrece como paquete básico: extraer historiales de mensajes de textos, correos electrónicos, fotos y videos a móviles bloqueados.
Incluso la herramienta permite extraer datos de las nubes de almacenamiento virtual, también realizar rastreos del sistema de archivos, que incluye detectar ubicaciones y extraer datos de aplicaciones de terceros. También es posible obtener datos encriptados de aplicaciones como WhatsApp.
La decisión de la fiscal del distrito de El Bronx, Darcel Clark, que trascendió esta semana de ampliar su sociedad con Cellebrite, no es un caso aislado.
Se han establecido colaboraciones similares con esta compañía y otras agencias de Nueva York, incluida la oficina del fiscal de distrito de Manhattan y el Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York (NYPD).
El temor sobre la privacidad
Esta tendencia ha alimentado aún más las preocupaciones entre líderes comunitarios y organizaciones de defensa legal, sobre los derechos a la privacidad en favor a técnicas de investigación mejoradas.
Por ejemplo, Aurora Maoz, directora del grupo de práctica forense de The Bronx Defenders, criticó fuertemente estas tecnologías, calificándolas como una “grave invasión de la privacidad y una forma adicional de vigilancia”.
“El desbloqueo es solo para las fuerzas del orden. Y es muy secreto. Nadie sabe cómo funciona. Nadie sabe si tiene el potencial de alterar los datos del teléfono en el proceso, pues todo está envuelto en capas de secreto”, razonó Maoz.
Si bien actualmente las fuerzas del orden deben obtener una orden de allanamiento de un juez para escarbar el teléfono celular de alguien, no es necesario notificar a los sospechosos o a sus abogados, ni enumerar cuántas de esas órdenes se han emitido en una jurisdicción determinada.
De acuerdo con las leyes estatales, ni siquiera oficiales de la policía pueden forzar a alguien a desbloquear su propio teléfono. Todo debe pasar por un procedimiento judicial.
Por su parte, Patrice O’Shaughnessy, portavoz de la oficina de la fiscalía de El Bronx, le explicó a medios locales en un comunicado que los datos recuperados de los teléfonos celulares ayudan a resolver casos. Negó tajantemente que estas herramientas tengan fines de vigilancia.
“Nuestro laboratorio forense digital acreditado, permite a los examinadores acceder a la evidencia desde teléfonos celulares de conformidad con una orden de registro o consentimiento. Evaluar la información obtenida es importante para respaldar los enjuiciamientos, exonerar a los acusados o identificar un nivel de culpabilidad. La oficina ahorra tiempo y recursos al realizar estas búsquedas”, explicó O’Shaughnessy a The City.
“El que no la debe, no la teme”
Por décadas, organizaciones de defensa de Derechos Humanos han señalado que las tecnologías tienen grandes sesgos y fallas que pueden incriminar a personas inocentes, especialmente en las comunidades de color.
Tal es el caso de las técnicas de reconocimiento facial.
En este caso, numerosos estudios han encontrado que estas tecnologías funcionan mal cuando se analizan los rostros de mujeres, niños y personas con tonos de piel más oscuros. Esto coloca a las comunidades que ya están sujetas a vigilancia policial excesiva a un mayor riesgo de identificación errónea.
Pero en el caso de las pesquisas a través de la data de teléfonos celulares, que han sido decomisados luego de un arresto, y son sometidos a análisis, luego de órdenes de registro o consentimiento, críticos de estas tecnologías han reconocido que existen menos posibilidades de incriminar a “falsos positivos”.
“Finalmente el que no la debe no la teme. Si yo no estoy haciendo nada malo. Y sé que no tengo ningún historial en mi celular que me comprometa, por supuesto que yo voy a ser el principal interesado en que me revisen todo. Es igual que si te quieren registrar tu casa. Con la diferencia que un teléfono inteligente tiene más información de ti, que cualquier cosa“, opinó el dominicano, José Bermudez de 60 años, un residente de El Bronx quien confiesa ha tenido varias interacciones con la policía desde que era muy joven.
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