viernes 20 de diciembre de 2024 6:34 pm
Eddy Tolentino

“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”

Jeremías 33:3

El pasaje de Jeremías 33:3 es una invitación divina que nos llena de esperanza y consuelo. Es Dios mismo quien nos llama a acudir a Él, reconociendo Su disposición para escucharnos y Su capacidad para revelarnos aquello que está fuera de nuestro alcance comprender. Este versículo es un recordatorio de que, incluso en nuestras circunstancias más oscuras, hay un Dios amoroso que nos anima a buscarlo con fe y sinceridad.

En momentos de incertidumbre o dificultad, es fácil sentirse abrumado y sin dirección. Sin embargo, este versículo nos insta a no depender únicamente de nuestra limitada capacidad humana. Dios nos promete que, cuando clamemos a Él, no solo nos escuchará, sino que también nos mostrará “cosas grandes y ocultas”, aquellas que trascienden nuestra lógica y que solo pueden ser reveladas por Su Espíritu.

Un Dios que escucha y actúa

El acto de clamar no es simplemente hablar o expresar palabras; es abrir el corazón con humildad, reconociendo nuestra necesidad de Él. Este clamor debe ser constante, lleno de confianza y libre de dudas, creyendo que Dios tiene el poder y la voluntad de intervenir en nuestra vida. La promesa que acompaña al clamor es aún más maravillosa: Él responderá. No hay oración sincera que quede sin respuesta. Aunque el tiempo y la forma de esa respuesta puedan variar, podemos confiar en que Dios siempre obra para nuestro bien.

Revelación divina en momentos de prueba

Cuando Dios promete enseñarnos “cosas grandes y ocultas”, nos está invitando a conocer más de Su naturaleza y Su plan para nuestras vidas. Estas revelaciones no siempre son inmediatas ni fáciles de entender, pero son fundamentales para nuestro crecimiento espiritual. Por medio de la oración y la comunión con Dios, Él nos revela Su propósito, nos guía en nuestras decisiones y nos da paz en medio de las tormentas.

Para el profeta Jeremías, este mensaje llegó en un momento crítico. Jerusalén estaba sitiada, el pueblo enfrentaba el exilio, y la incertidumbre dominaba el ambiente. Aun así, Dios aseguró a Su pueblo que Su plan era de restauración y esperanza, aunque en el momento no lo podían ver. Hoy, este mismo mensaje nos recuerda que Dios es soberano y que Su amor por nosotros no tiene límites.

Aplicación práctica

Busca a Dios diariamente: Aparta tiempo para orar y clamar a Él, sabiendo que siempre está disponible para escucharte.

Confía en Su tiempo: Aunque la respuesta no sea inmediata, espera con fe, sabiendo que Dios obra con sabiduría perfecta.

Permite que Dios te enseñe: Abre tu corazón para recibir Su dirección y crecer en tu relación con Él.

Nunca olvides que tienes un Dios que no solo escucha, sino que también actúa de maneras asombrosas para quienes confían en Él. Clama hoy a Su nombre con la certeza de que Él responderá y te guiará hacia la verdad y la vida.

Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com

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