Inmigrantes de la nación andina, residentes de Queens, ven con espanto cómo el crimen organizado sigue tomando el control del país. Muchos deciden esperar mejores tiempos para volver. La Gran Manzana sigue recibiendo a quienes huyen de la acción de las pandillas.

El comerciante ecuatoriano, Manuel Manyez, residente del vecindario de Corona, en Queens, tenía casi todo empacado para viajar el pasado mes de marzo a su natal Cuenca. Sus planes, inclusive con boletos reservados, los “congeló” hasta nuevo aviso. 

Como a miles de inmigrantes de este país andino que residen en Nueva York, a Manuel lo privó el miedo por las noticias aterradoras de la violencia, mafias de secuestros “express”, sicariato, y en general todo un clima criminal que solo el año pasado registró 4,500 asesinatos. Una cifra que no ha tenido antecedentes en esa nación. 

“Yo estaba acostumbrado a viajar incluso dos veces por año. La última vez que visité a mi pueblo en Cuenca fue en octubre y regresé abismado. Las bandas, los pandilleros, operan en todos lados. Preferí posponer el viaje porque los crímenes y los sucesos que vemos en los medios de allá son cada vez peores”, compartió quien reside desde hace 32 años en la Gran Manzana. 

Como coinciden varios inmigrantes consultados en las calles de Queens, se trata de toda una estructura criminal que ha tomado más aliento en los últimos meses, y tiene como uno de sus tantos objetivos, los ecuatorianos que van de visita a su país, bien sea por turismo o simplemente para ver a sus familiares. 

“Lamentablemente uno no puede viajar tranquilo, pensando que inclusive tomando un taxi te pueden asesinar. Ellos piensan que todo el que va de Estados Unidos ya lo hace portador de miles de dólares. Necesitamos allá un gobierno como de El Salvador que le ponga mano dura a las pandillas”, considera Manuel. 

Esta semana, para la inmensa comunidad ecuatoriana de Corona, otro titular ponía sal a esta herida: ¡Asesinaron a balazos al alcalde de la ciudad de Manta, Agustín Intriago

Se trata de un hecho ocurrido en la tercera ciudad más grande de Ecuador, y que forma parte de una cadena de incidencias criminales, que preocupan a la distancia, a quienes observan cómo las bandas criminales siguen actuando sin temor, incluso en contra de las personas que se suponen están protegidas por cordones especiales de seguridad. 

¡Me da pavor ir a Ecuador!

“Uno está aquí en Nueva York. Pero uno no pierde el contacto con sus afectos y con las noticias. Imagínate si un alcalde que tiene seguridad le disparan, qué podrán esperar nuestros familiares. A mí me da pavor ir a Ecuador en este momento. Tristemente todo está dominado por mafias. Cuando los delincuentes sabes que vienes de Estados Unidos te persiguen y te quitan todo”, dijo enfática Teresa Carpio, otra inmigrante residenciada 23 años en Queens. 

Las historias y comentarios de sicariatos, pandillas y delincuencia, que se repiten a viva voz en las calles de Corona, uno de los vecindarios que representa una de las columnas vertebrales de la inmigración ecuatoriana en el país, tienen mucho que ver con lo que reflejan algunos análisis. 

En pocas palabras y de manera textual, recientemente The New York Times resumió la violencia de este país suramericano, como una crisis de “niños reclutados por pandillas. Cárceles como centros de delincuencia. Barrios consumidos por rencillas criminales. Y todo este caos financiado por extranjeros poderosos con mucho dinero y bastante experiencia en el negocio mundial de la droga”. 

Teresa, al igual que muchos de sus connacionales, ratifican esta cadena de calamidades, aunque con interpretaciones distintas sobre sus causas: “Lamentablemente el problema que tiene mi país es la cantidad de extranjeros que -sin control, han llegado a dañar a una nación hermosa que era muy segura antes”. 

Para otros, como la docente María Gómez, no es un tema exclusivo de Ecuador, sino de varios países suramericanos como Venezuela y Colombia, y otras naciones centroamericanas que están siendo dominadas por las grandes mafias del narcotráfico. 

“Nuestro país está viviendo lo que ya años atrás, había empezado en otros países. El gran responsable de esto es el expresidente Rafael Correa, quien creó políticas de fronteras abiertas. Y por las ventajas de la dolarización, se permitió que se colaran todo tipo de criminales. Ahora sufrimos las consecuencias”, interpreta la educadora. 

En respuesta a este “cataclismo” criminal, el actual presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, ha declarado varios estados de emergencia y enviado al Ejército a las calles para vigilar escuelas y negocios. 

La opinión de otros ecuatorianos en Nueva York es que justamente la “mano blanda” de actual primer mandatario y sus erradas medidas causaron este desastre.

“Todo esto empezó en los últimos años. El actual gobierno perdió el control por completo del país. No veamos al pasado”, comentó el jubilado Nelson Albarracín, de 66 años.

Desplazados por grupos criminales

Luego de la crisis económica y de desempleo impulsada por la pandemia, el flujo de ecuatorianos que empezó a abandonar su país para venir a Estados Unidos, empezó a ascender de manera abismal.  

Pero a diferencia de varias generaciones de inmigrantes, esta vez no lo hacen movidos por mejores oportunidades económicas. Sino desplazados forzosamente por las amenazas directas de grupos criminales asentados en ciudades y zonas rurales. 

Por ejemplo, Luis Cañas, un artesano de la región de Esmeraldas, quien pidió refugio temporal a la Ciudad de Nueva York, luego de haber cruzado recientemente la frontera sur con México, contó a El Diario su experiencia signada por una secuencia de extorsiones. 

“Por años mi comunidad era muy tranquila. Yo tenía mi pequeño negocio de artesanías. Y con eso me iba muy bien. Podía tener una vida decente. Pero empezaron las mafias a exigirle ‘vacunas’ a los comerciantes. Si no pagas te amenazan de muerte”, indicó Luis en las afueras del hotel Row, en el centro de Manhattan, uno de los centros de acogida dispuestos por la Ciudad para apoyar a los recién llegados. 

A las ‘vacunas’ se le llama a todo un esquema de extorsión, que existe en varios países latinoamericanos, dominados por el crimen organizado: Se exige a pequeños o medianos empresarios una cuota mensual de dinero, para garantizar que no serán secuestrados o asesinados. 

“Nosotros empezamos a conocer esto de las vacunas fue de unos años para acá. Por eso yo dejé mi país. Porque es desesperante trabajar para que te amenacen de esa manera. Yo vine huyendo de los criminales que se apoderaron por completo de mi país”, reconoció Luis, quien asegura que no tiene la “mínima intención” de permanecer meses en un refugio. 

“Yo vine a este país a trabajar. No a que me mantengan. Ya llevo unas semanas aquí y solo cuento las horas para salir y hacer mi vida. Yo no estoy acostumbrado a que me regalen nada. Sino a ganármelo”, remató. 

Una tradición migratoria en NY

Aunque por la dinámica de la crisis migratoria, declarada en la Gran Manzana desde la primavera del 2022, es casi imposible cuantificar con exactitud cuáles son las nacionalidades de los recién llegados, sí existe un consenso en las organizaciones comunitarias que luego de los venezolanos, son los ecuatorianos el segundo grupo que mayormente ha sido acogido en refugios. 

“Sin duda, más del 80% de todos los nuevos solicitantes de asilo asistidos por la Ciudad son venezolanos, pero el segundo grupo más numeroso son familias o personas solteras de Ecuador”, indicó una fuente de Caridades Católicas. 

Desde mayo del año pasado, más de 90,000 inmigrantes han sido recibidos en el sistema de refugios administrados por la Ciudad de Nueva York. 

Pero eso no significa, que ese sea el total de personas que han llegado a esta ciudad a buscar nuevas oportunidades o huyendo de la violencia, luego de la pandemia. 

En el caso de los ecuatorianos, centenares siguen arribando pero con el apoyo de familiares o amigos, sin necesidad de acceder al sistema de acogida municipal. Existe una tradición de décadas migración desde esta nación suramericana a Nueva York. 

El otro factor: El tráfico humano 

Existen varios síntomas que muestran que miles de ecuatorianos, de diferentes grupos sociales, están abandonando ciudades y pueblos, huyendo de la acción de organizaciones trasnacionales del crimen organizado.

En este sentido, Walter Sinche, director y fundador de la Alianza Ecuatoriana Internacional en Queens expone que este centro comunitario, antes de la crisis de salud pública causada por la pandemia, recibía entre 15 personas y 20 personas semanalmente para cursos de formación para trabajos de construcción. Ahora esa cifra puede superar las 250 personas.

“Vemos un ascenso histórico de nuestros connacionales que están buscando oportunidades. Que siguen llegando ininterrumpidamente. Hay nuevos perfiles. Algunos son profesionales. Otros no cruzaron la frontera, sino vinieron con visas. Y vienen huyendo de las mafias. Buscan espacios de seguridad ciudadana, no solo económica”, razonó.

El activista asevera que, por otra parte, existe el terrible factor del tráfico humano, como otra acción protagonizada por los grupos criminales en la nación andina.

Además del narcotráfico, el secuestro y la extorsión, el traficar con personas ofreciéndoles paquetes del “sueño americano”, es otro de los negocios que expone especialmente a muchos a los peligros de una ruta que incluye la Selva de El Darién y el Río Bravo.

Además del narcotráfico, el secuestro y la extorsión, el traficar con personas ofreciéndoles paquetes del “sueño americano”, es otro de los negocios que expone especialmente a muchos a los peligros de una ruta que incluye la Selva de El Darién y el Río Bravo.

“Cobran desde 10 mil dólares hasta 15 mil dólares por persona, para traerlas. Estamos viendo también el arribo de jóvenes que no encuentran allá oportunidades laborales y entonces creen en el mito que solo al llegar aquí, ya cambia tu vida. Muchos llegan simplemente creyendo todo lo que le dicen los traficantes. Se exponen a un peligro inmenso. Es todo un esquema liderado por la delincuencia organizada. Todo muy pero muy complicado“, destaca.

“No hagan alardes de sus viajes”

El líder comunitario Walter Sinche vivió en carne propia los embates de la criminalidad organizada en su país. Recientemente, mientras visitaba la ciudad de Guayaquil, con su hija adolescente, un taxista que lo llevaba de regreso al hotel, con un arma de fuego, lo obligó a que le entregara todas sus pertenencias.

“Viví lo que es un secuestro express. Volví a nacer. Ya sabemos que existen redes manejadas con líderes de las cárceles que controlan estas bandas. Tienen mucho tiempo para organizar sus planes y hacer seguimiento a las personas. Particularmente a los viajeros que se suponen cargan más dinero”, explicó.

Por ello, el activista sugiere a sus connacionales, que antes de viajar no compartan información en sus redes sociales de que arribarán al país desde aquí.

“Entiendo que por la emoción de regresar, en algunos casos, luego de años, muchos postean en sus redes detalles de su itinerario. La delincuencia organizada hace seguimiento a esto. Ellos tienen el poder de la tecnología también. Es recomendable no alardear, ni publicar nada personal…puede ser un aviso a quienes actúan en estas bandas“, concluyó.

El dato:

  • 66.4% ha sido al alza de los asesinatos en Ecuador en este 2023. Entre el 1 de enero y el 20 de marzo de 2022, las autoridades contabilizaron 815 muertes violentas. Mientras que en los mismos 78 días de 2023 hubo 1,356 casos.

Por  Fernando Martínez

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