martes 26 de noviembre de 2024 11:18 pm
Eddy Tolentino

Estos trabajadores del volante impulsan una nueva norma municipal que le de libertad de usar nuevas tecnologías de seguridad en sus vehículos. La Ciudad está apoyando la idea.

En la complicada “jungla” de servicios de transporte de la Gran Manzana, definida en la última década por la irrupción de aplicaciones digitales, los llamados conductores de taxis “livery”, también conocidos como limusinas, están tratando de sobrevivir. Y para ello necesitan reinventarse. 

Esta semana, la Livery Base Owners Association (LBO), la organización comercial de diversos propietarios de vehículos de alquiler en la ciudad Nueva York, instó a la Comisión de Limusinas y Taxis de la Ciudad (TLC) a aprobar una regulación que permitiría el reemplazo del obsoleto e inútil sistema de cámaras en los vehículos, que se ha impuesto como obligatorios a estos trabajadores desde el año 2000.

Esta organización que representa a 250 bases de este servicio de transporte, está empujando una nueva normativa municipal, que suprimiría el uso de estos dispositivos, que se usaban hace un cuarto de siglo, para que puedan ser sustituidas por tecnologías más efectivas y accesibles.

“Las obsoletas cámaras, solo se pueden comprar a un proveedor a un precio exorbitante, en comparación con el precio de las tecnologías de última generación, que son más útiles para hacer seguimiento a delitos que se puedan suscitar contra nuestros conductores. Es una solicitud de sentido común”, indicó José Altamirano, presidente de LBO.

Imposibles de “descargar

El sistema actual, solo toma fotos fijas de baja calidad. No pueden registrar videos. Solo funcionan cuando se abren las puertas del automóvil. Esto significa que una vez que un viaje está en movimiento, no hay video ni documentación en vivo, ni siquiera secuencias de fotos de lo que sucede. 

Las “instantáneas” tomadas por estos equipos, son casi imposibles de descargar debido a que su software es desactualizado y no son compatibles con los sistemas informáticos modernos de las comisarías del Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York (NYPD). 

La policía puede visualizar estas imágenes fijas de forma borrosa e inútil. Y eso si NYPD logra descargarlas.

“Este es un problema de seguridad que debe corregirse de inmediato. Apenas dos comisarías pueden descargar los registros de estas cámaras. Y sabemos, que si a este tipo de incidencias, no se le hace seguimiento de inmediato, al paso de las horas y los días, es imposible capturar a los delincuentes”, insistió Altamirano.

Caras e inútiles

La otra razón de peso, que ha movilizado a estos conductores a promover cambios en la norma municipal, que obliga a usar y comprar específicamente estos equipos, es de tipo económico.

El precio promedio de la cámara antigua y hasta ahora de uso obligatorio, oscila entre $800 y $1,200. Mientras que existe en el mercado, nuevas tecnologías, cuyas unidades no superan los $200, las cuales hacen registros con alta definición de sonido e imágenes, conectadas directamente a teléfonos inteligentes. Adicionalmente, pueden hacer seguimiento en toda la duración del viaje.

“Le hemos pedido a la TLC, y ellos han sido muy receptivos, a que haga este cambio para apoyar a nuestros conductores. Necesitamos garantizar un campo de juego más equitativo para este sector, y eliminar este requisito que solo se aplica a nuestros vehículos”, remarcó Altamirano en una audiencia ante el Concejo Municipal.

La propuesta también derogaría la sanción financiera de $250 en la que actualmente incurren los operadores de taxis, si la comisión o los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, observan que no se están cumpliendo.

Por su parte, la Comisión de Taxis y Limusinas (TLC), ha sostenido que cualquiera de sus acciones sólo pretende ayudar a impulsar a esta industria.

“Introdujimos esta norma, con el apoyo de la propia fuerza laboral de este sector. La gran mayoría de los conductores y operadores ya prefieren otro tipo de cámaras, y si la Comisión lo aprueba, los requisitos actualizados de los nuevos equipos harán que los conductores y los pasajeros estén más seguros”, dijo en un comunicado a medios locales el secretario de prensa de TLC, Jason Kersten.

Portavoces de esta agencia municipal reconocen que se requiere tecnología actualizada y razonan que la falta de competencia, para construir estos equipos tan específicos, da como resultado precios altos y disponibilidad limitada.

Estas reglas para los ‘Livery’ se están revisando, dos décadas después que se pusieron en funcionamiento como reacción a una violenta ola de asesinatos de conductores de estos servicios. Estas líneas se popularizaron en vecindarios peligrosos de Brooklyn y El Bronx, en donde en el apogeo de una era sangrienta, rara vez los taxis amarillos se “paseaban” por algunas zonas rojas.

La regla actual requiere que los propietarios instalen una partición de seguridad (mampara) y la cámara de vigilancia en el automóvil. Todo indica que se permitirá a estos taxistas eliminar estos requisitos, ampliando la lista de sistemas de cámaras aceptables.

“Este cambio tiene como objetivo dar al sector la misma flexibilidad operativa que otros servicios preestablecidos en el sector de vehículos de alquiler”, dice la TLC en su explicación oficial de la propuesta.

“Choque” de taxis

Pero estas nuevas normas también tienen sus detractores. La Alianza New York Taxi Workers que representa a los icónicos taxis amarillos, ha mostrado preocupación por los cambios que todo indica serán inminentes.

En este sentido, Bhairavi Desai, directora ejecutiva de esta alianza de conductores, criticó la propuesta al calificarla como “peligrosa”. 

“Eliminar el requisito de estas cámaras en los ‘livery’ dejará a los conductores luchando solos, en caso de un incidente. Dejará especialmente a los conductores nuevos, en su mayoría inmigrantes, sin saber qué herramienta necesitarán para sobrevivir. Es equivalente a darles a los conductores un automóvil sin frenos“, comentó.

En contraparte, el trabajador del volante dominicano, José Gómez, de 58 años, quien ha trabajado en este servicio en los últimos 15 años, expresó que “no entiende” porque otros sectores que no están afectados con los pasos propuestos, tienen que negarse a cambios que solo tienen como objetivo modernizar el sector.

“Es como que me quieras imponer que yo siga utilizando una máquina de escribir, cuando ya existen las computadoras. Nosotros estamos luchando para mantenernos. Muchos de los vecinos de nuestros vecindarios nos prefieren. Nos conocen. Tienen confianza en nuestro servicio. Simplemente queremos progresar. Y eso nadie lo tiene que criticar“, destacó el profesional del volante.

Como todos los servicios de taxis convencionales, los taxis “livery” sufrieron el fuerte impacto de la aparición de plataformas de pedido digital como Uber y Lift. En adición, la pandemia y las trabas para la emisión de nuevas placas, pusieron muchos frenos a una industria que es vital para algunos desiertos de transporte en vecindarios de El Bronx, el Alto Manhattan, Queens y Brooklyn.

“Nuestra tarifas son muchos mejores. Y en algunos vecindarios en donde las personas mayores no entienden esto de las aplicaciones, nos llaman y nosotros cumplimos. Somos esenciales para muchas comunidades. Además, ofrecemos mejores tarifas que compañías multimillonarias a quienes nadie le exige ningún tipo de cámara“, agregó el isleño.

En general de acuerdo con el cruce de datos de varias organizaciones en bases de ‘livery’, el número de vehículos disponibles ha descendido en un 80%.

Por ejemplo, en algunas bases del Alto Manhattan en donde existían 400 vehículos pasaron a tener solo 80.

“En este momento simplemente queremos sobrevivir, queremos invertir en mejor tecnología para que nuestros usuarios se sientan más cómodos y seguros“, reiteró José Altamirano, líder de la LBO.

En contramarcha:

  • 80% se ha reducido esa industria de transporte de alquiler convencional en los últimos 8 años.
  • 40% fue la caída de la disponibilidad de estos carros desde 2018.
  • 100,000 familias, en su gran propoción de origen hispano, dependen del trabajo de esos conductores.

Por  Fernando Martínez

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