sábado 23 de noviembre de 2024 3:59 am
Eddy Tolentino

Muchas personas aseguran haber sentido cómo alguien les “roba” la energía o se sienten agotadas al estar en su presencia.

Un equipo de investigación biológica de la Universidad de Bielefeld ha hecho un descubrimiento asombroso: Las plantas pueden extraer una fuente alternativa de energía de otras plantas. Este hallazgo podría tener un impacto importante en el futuro de la bioenergía al proporcionar la evidencia de que la gente extrae, de la misma manera, energía de los demás, como una suerte de “vampiro psíquico”.

El profesor Olaf Kruse y su equipo estudiaron una planta llamada Chlamydomonas reinhardtii, que no sólo lleva a cabo el proceso de fotosíntesis, sino también puede absorber energía de otras plantas para mantenerse activa. Los estudios apuntan a que nuestros cuerpos físicos son como esponjas, absorben lo que hay en el ambiente. Kruse cultivó algas microscópicas capaces de absorber energía de otros vegetales y de su alrededor cuando a ellas les falta.

Según escribe en Nature. “Es la primera vez que este comportamiento se confirma en un organismo vegetal. Estas algas pueden digerir la celulosa contradiciendo todos los apuntes anteriores. En cierta medida, lo que estamos viendo son plantas que se alimentan de las plantas”.

¿Existen los vampiros emocionales?

Siguiendo una línea similar, la psicóloga, especialista en energía sanadora, Olivia Bader-Lee, asegura que cuando los estudios de energía avancen en los próximos años, se podrá ver que esto también ocurre entre las personas.

Las flores necesitan agua y luz para crecer y la gente no es diferente. Nuestros cuerpos físicos son como esponjas, absorbiendo del ambiente. “Esto explica -en su opinión- por qué hay ciertas personas que se sienten incómodas en grupos específicos donde hay una mezcla de energía y emociones”.

Algo parecido puede experimentarse cuando estamos en un entorno natural y podemos sentir cómo todo el cuerpo gana en vitalidad. Este contacto con la vegetación se ha perdido con el tiempo, sin embargo, puede recuperarse y las personas pueden encontrar formas nuevas de curarse unas a otras.

JOSEP GUIJARRO

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