jueves 21 de noviembre de 2024 8:34 pm
Eddy Tolentino

ADRAS-J de la empresa japonesa Astroscale tiene la misión de acercarse, inspeccionar y retirar residuos del espacio.

El satélite se colocó a menos de 50 metros de la segunda etapa de un cohete H-IIA lanzado en 2009.

A pesar de que el problema de la basura espacial lleva décadas en aumento, ninguna empresa se había acercado hasta ahora a un viejo desecho en órbita. La empresa japonesa Astroscale lidera el esfuerzo.

Inspeccionando la basura espacial de cerca. El satélite ADRAS-J (Active Debris Removal by Astroscale-Japan) marca un nuevo hito en la lucha contra la basura espacial. Construido por Astroscale en colaboración con la agencia japonesa JAXA, este satélite de 150 kg tiene la misión de acercarse, inspeccionar y retirar residuos del espacio.

Astroscale lanzó ADRAS-J en un cohete Electron de Rocket Lab el pasado 18 de febrero. El 17 de abril, el satélite se colocó a unos pocos cientos de metros de su objetivo: la segunda etapa de un cohete H-IIA lanzado en 2009. El 23 de mayo, ADRAS-J se acercó a menos de 50 metros de la gigantesca pieza de basura espacial.

Las primeras fotos de este tipo. ADRAS-J utilizó sus doce propulsores para inspeccionar de cerca la etapa criogénica del cohete. Es la primera vez que un satélite se acerca a un viejo cohete en órbita y toma fotos del objeto abandonado, una maniobra compleja y arriesgada.

Japón lidera ahora estos esfuerzos, pero no está solo. La empresa suiza ClearSpace planea lanzar su misión ClearSpace-1 en 2026 para capturar y desorbitar el satélite europeo PROBA 1.

La órbita terrestre es un vertedero. Con más de 34.000 objetos mayores de 10 cm flotando sin control, la órbita baja terrestre se ha convertido en un vertedero. A medida que los lanzamientos espaciales se multiplican, el número de satélites y cohetes abandonados también lo hace, disparando el riesgo de colisión.

El peor escenario es el síndrome de Kessler, que predice una reacción en cadena de colisiones. Si dos piezas de basura espacial se fragmentan en múltiples piezas al chocar, estos fragmentos pueden a su vez colisionar con otros objetos, creando más escombros, y así sucesivamente.

Un riesgo para los astronautas y el acceso al espacio. La basura espacial puede permanecer en órbita durante siglos, especialmente a altitudes superiores a 900 kilómetros. Para combatir el problema, es crucial empezar por las piezas grandes, como las etapas superiores de cohetes, que en realidad solo constituyen el 11% de los residuos orbitales.

En un escenario en el que todo siga como hasta ahora, dentro de unas pocas décadas las colisiones entre desechos orbitales se volverán el pan de cada día.

Matías S. Zavia

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