martes 26 de noviembre de 2024 2:56 am
Eddy Tolentino

La obesidad es una enfermedad multifactorial, lo que significa que tiene diversas causas que van más allá de los hábitos de vida. Si bien el estilo de vida tiene un gran impacto en su desarrollo, factores genéticos y biológicos también juegan un papel crucial en la manifestación de esta condición. En este sentido, es importante reconocer que la obesidad no se reduce a simplemente consumir menos alimentos y hacer más ejercicio, sino que involucra una compleja interacción de variables.

Aunque el mensaje de que la obesidad es una enfermedad ha ido calando en la sociedad, aún persisten lagunas en el conocimiento. Según una encuesta realizada a más de 3.000 personas en España, el 80% reconoce que la obesidad es una enfermedad, pero el 76% sigue considerando que la principal causa es un estilo de vida poco saludable. Este tipo de concepciones simplistas siguen existiendo, a pesar de que expertos como Mar Malagón, presidenta de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), insisten en que la obesidad es mucho más compleja y tiene múltiples factores causales.

Por ejemplo, los factores genéticos tienen un impacto significativo en la predisposición a la obesidad, lo que puede hacer que algunas personas sean más vulnerables a ganarla, independientemente de sus esfuerzos por mantener un estilo de vida saludable. Además, aspectos biológicos como la menopausia o el embarazo en las mujeres contribuyen a cambios hormonales que pueden favorecer el aumento de peso, como el incremento de la grasa abdominal, lo cual aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Los factores ambientales también tienen una gran influencia. En la actualidad, el calentamiento global se asocia con un aumento de la obesidad, dado que las alteraciones en el clima pueden afectar los patrones de alimentación y actividad física. A su vez, la falta de sueño y el uso de ciertos medicamentos también son factores menos conocidos pero que igualmente contribuyen al desarrollo de la obesidad.

En cuanto a las soluciones para combatir la obesidad, la mayoría de las personas se inclina por el ejercicio (65%) y las dietas (60%) como las principales opciones, pero solo el 13% optaría por tratamientos farmacológicos. Este dato refleja una falta de información adecuada sobre las opciones de tratamiento, lo que subraya la necesidad de formar mejor a los profesionales sanitarios para que ofrezcan a los pacientes información completa y precisa sobre las diferentes alternativas.

Un aspecto crucial es el impacto emocional que la falta de reconocimiento de la obesidad como una enfermedad tiene sobre las personas que la padecen. Muchas veces, los pacientes no buscan ayuda porque sienten que el problema es personal y que pueden solucionarlo por su cuenta, con más esfuerzo y disciplina. Este estigma social genera ansiedad y depresión, lo cual empeora la calidad de vida de los afectados.

La obesidad no solo afecta físicamente, sino que también tiene implicaciones emocionales profundas. Al no considerarla una enfermedad, se sigue promoviendo la idea de que las personas con sobrepeso o obesidad son responsables de su condición, lo que genera un ciclo de culpa y aislamiento. Por eso, Malagón propone un enfoque integral que considere los factores genéticos, emocionales, y sociales, y que se base en un plan personalizado adaptado a las necesidades de cada paciente.

Por último, es importante señalar que los hombres tienden a preocuparse más por los problemas cardiovasculares derivados de la obesidad, mientras que las mujeres se centran más en el impacto emocional. Las comorbilidades asociadas a la obesidad son numerosas, entre ellas las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, las afecciones articulares y los trastornos psicológicos como la depresión y la ansiedad.

En definitiva, la obesidad es una enfermedad compleja que requiere un enfoque multidisciplinario. Más allá de la dieta y el ejercicio, es fundamental reconocer los factores genéticos, biológicos y ambientales que contribuyen a su desarrollo y tratarla de manera adecuada, con la misma seriedad con la que se aborda cualquier otra enfermedad crónica.

Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *