martes 5 de noviembre de 2024 3:40 pm
Eddy Tolentino

Gracias a las observaciones realizadas por astrónomos, se ha descubierto que el polvo que rodea a la estrella Vega presenta una sorprendente suavidad. Las imágenes del disco circunestelar han desafiado las teorías actuales sobre la formación de planetas y sistemas estelares.

Vega, reconocida como una de las estrellas más brillantes en el cielo nocturno, ha capturado la fascinación de la humanidad durante siglos. Sin embargo, los recientes estudios, impulsados por la colaboración de los telescopios Hubble y James Webb, han permitido un examen más detallado de esta estrella y su entorno.

Un equipo de astrónomos ha utilizado ambos telescopios para investigar el disco de escombros que rodea a Vega. Las observaciones combinadas han revelado un disco notablemente liso, con un diámetro que alcanza casi los 160,000 millones de kilómetros. Esta uniformidad ha sorprendido a los científicos.

El Hubble, que se especializa en el espectro visible y ultravioleta, logró captar el halo exterior del disco de Vega, observando la luz reflejada por partículas de polvo tan finas como el humo. Por su parte, el telescopio James Webb, que opera en el infrarrojo medio, detectó el resplandor del polvo cálido en el disco interior, lo que permitió observar en detalle las partículas del tamaño de granos de arena que orbitan más cerca de la estrella. Esta combinación de observaciones en diferentes longitudes de onda ha brindado una comprensión más completa del disco de Vega.

Andras Gáspár, uno de los autores de la investigación y miembro de la Universidad de Arizona, describió el disco como “ridículamente liso”. A diferencia de otros discos circunestelares, donde la presencia de planetas genera ondulaciones y huecos, el disco de Vega carece de perturbaciones. Esto sugiere dos conclusiones importantes: la primera es que no hay planetas grandes en el sistema de Vega, al menos no más grandes que Neptuno, ya que estos interactuarían con el disco. Esta falta de grandes planetas es inusual, ya que en sistemas estelares similares, la estructura del disco suele estar influenciada por los planetas presentes.

La segunda conclusión es que el disco de Vega está estructurado en capas de polvo de diferentes tamaños. La intensa presión de la luz de la estrella empuja los granos de polvo más pequeños hacia las regiones exteriores, creando una distribución en capas de diferentes tamaños de partículas en varias zonas del disco.

Un contraste notable se observa al comparar Vega con Fomalhaut, otra estrella cercana que comparte características similares, como edad, tamaño y temperatura. Sin embargo, el disco de Fomalhaut muestra tres cinturones de escombros anidados, lo que sugiere la presencia de grandes planetas que podrían estar afectando su estructura. Esta discrepancia plantea preguntas intrigantes sobre las diferencias en la formación de sistemas planetarios.

Las observaciones de Vega están impulsando una reevaluación de las teorías sobre la formación de planetas y la diversidad de sistemas planetarios. La ausencia de planetas grandes sugiere que los sistemas planetarios pueden ser más diversos de lo que se había considerado anteriormente y que las condiciones iniciales pueden conducir a resultados diferentes en procesos aún por entender.

Aún existe la posibilidad de que, aunque no se vean perturbaciones en el disco de Vega, podrían existir planetas más pequeños o en regiones no detectadas. Esto implicaría que se deben recalibrar los modelos astrofísicos sobre la formación y migración de planetas.

En resumen, el descubrimiento del disco excepcionalmente liso de Vega está desafiando las expectativas de los astrónomos y subraya la relevancia del Hubble, que sigue siendo una herramienta vital para complementar las observaciones del Webb, a pesar de su antigüedad y de las amenazas de recortes presupuestarios por parte de la NASA.

Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com

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