domingo 22 de diciembre de 2024 5:42 pm
Eddy Tolentino

“El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando los malvados avanzan contra mí para devorar mi carne, cuando mis enemigos y adversarios me atacan, ellos tropiezan y caen. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque estalle una guerra contra mí, yo me siento confiado. Una sola cosa pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo.”

Salmos 27:1-4

Este pasaje refleja una confianza absoluta en Dios como protector y guía. David describe al Señor como su luz y salvación, dos metáforas poderosas que representan seguridad y claridad en medio de las dificultades. La luz de Dios ilumina el camino y la salvación asegura protección frente a los enemigos. Este nivel de fe invita a los creyentes a depender completamente del Señor, incluso cuando enfrentan peligros que parecen insuperables. La confianza de David no radica en sus propias fuerzas, sino en la seguridad que encuentra en la presencia constante de Dios.

La segunda parte del salmo nos lleva a reflexionar sobre el concepto de seguridad espiritual. Aunque David habla de enemigos físicos, estos también simbolizan los desafíos internos y externos que enfrentamos hoy, como la ansiedad, el miedo o la tentación. Su afirmación de que no temerá, incluso ante un ejército, es un recordatorio de que la fe firme en Dios puede superar cualquier circunstancia. Este versículo inspira a los creyentes a cultivar una relación íntima con Dios, una que les permita enfrentar la adversidad con serenidad y valentía.

Finalmente, la petición de David de habitar en la casa del Señor destaca su deseo de comunión constante con Dios. Más que buscar alivio temporal de sus problemas, anhela vivir en la presencia divina y deleitarse en la hermosura del Señor. Este anhelo nos invita a reflexionar sobre nuestras prioridades espirituales: ¿estamos buscando la presencia de Dios de manera continua o solo acudimos a Él en momentos de necesidad? Este salmo nos enseña que la verdadera paz y seguridad se encuentran cuando hacemos de Dios el centro de nuestras vidas, habitando en su presencia y confiando plenamente en Él.

Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com

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