jueves 12 de diciembre de 2024 8:38 am
Eddy Tolentino

“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”

Jeremías 33:3

Este versículo es una invitación directa de Dios a entrar en una relación profunda y constante con Él a través de la oración. Aquí, el Señor nos anima a clamar, es decir, a elevar nuestras voces con confianza y sinceridad, sabiendo que Él escucha y responde. No se trata de un simple susurro o una petición superficial; se trata de un clamor que brota de lo más profundo del alma, en busca de dirección, consuelo o intervención divina.

La promesa contenida en este pasaje es extraordinaria. Dios no solo promete responder, sino también revelar cosas grandes y ocultas, misterios que están más allá de nuestra comprensión humana. Esto abarca tanto la guía para nuestras circunstancias presentes como las verdades espirituales que fortalecen nuestra fe y nos conectan más estrechamente con Él.

En tiempos de incertidumbre, este versículo es un recordatorio de que el conocimiento de Dios supera cualquier comprensión humana. Aunque enfrentemos situaciones aparentemente insuperables, el Señor tiene el control total y puede mostrarnos caminos que no imaginábamos posibles. Su sabiduría y poder trascienden nuestras limitaciones, y Él desea compartirlos con aquellos que se acercan a Él con un corazón dispuesto y humilde.

Además, clamar a Dios no solo nos acerca a su sabiduría, sino que también transforma nuestra relación con Él. Nos enseña a depender más de su soberanía y menos de nuestras propias fuerzas. Al buscarlo en oración, nuestro corazón se alinea con su voluntad, lo que nos permite experimentar paz, incluso en medio de desafíos.

Este pasaje también nos desafía a tener fe. A veces, las respuestas de Dios no llegan de inmediato o no son lo que esperábamos. Sin embargo, su tiempo y sus maneras son perfectos. Él trabaja para nuestro bien, incluso cuando no entendemos completamente sus propósitos. Por lo tanto, este versículo nos invita a confiar en que su respuesta, aunque sea diferente de lo que esperamos, siempre será para nuestro beneficio y para su gloria.

En nuestras vidas diarias, podemos aplicar esta enseñanza al dedicar momentos específicos para buscar a Dios. Ya sea a través de la oración, el estudio de su Palabra o el tiempo en silencio para escuchar su voz, estas prácticas nos abren a las grandes revelaciones que Él desea mostrarnos.

No importa cuán complejas sean nuestras preocupaciones o cuán ocultas parezcan las soluciones, el Señor nos invita a acudir a Él. Él es la fuente de todo conocimiento y comprensión. Al clamar con fe, no solo recibiremos respuestas, sino que también descubriremos la profundidad de su amor y el alcance de su gracia.

Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com.

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