Romanos 8:28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Este versículo nos recuerda la soberanía y el propósito de Dios en nuestras vidas. Aun cuando enfrentamos momentos difíciles o situaciones inesperadas, podemos confiar en que Él está obrando para nuestro bien, ajustando cada circunstancia a su plan perfecto.
Amar a Dios significa confiar en que su propósito siempre será para nuestro beneficio, aunque a veces no entendamos el porqué de ciertas experiencias. Él tiene un propósito específico para cada uno de nosotros, y todo lo que vivimos, incluso las pruebas, contribuye a fortalecer nuestra fe y a prepararnos para cumplir ese propósito.
Este versículo nos anima a enfrentar cada situación con esperanza, sabiendo que, en las manos de Dios, todo tiene un propósito. Aunque a veces no podamos ver la totalidad del plan, podemos descansar en que, para quienes aman a Dios, cada paso de la vida está alineado con un bien mayor y eterno.
Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com.