“Porque yo sé los planes que tengo para ustedes —declara el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza.”
Jeremías 29:11
Este versículo, dirigido al pueblo de Israel durante su exilio en Babilonia, resalta el amor y la soberanía de Dios sobre nuestras vidas. Aunque atravesaban un período de prueba, Dios les recordaba que sus planes no eran para destrucción, sino para prosperidad y restauración. Este mensaje trasciende el tiempo y nos habla a nosotros, asegurándonos que, en medio de la adversidad, Dios tiene un propósito eterno para nuestro bienestar.
La declaración divina enfatiza la esperanza como un elemento esencial en nuestra relación con Dios. No importa cuán incierto o desafiante sea el camino, Él ya ha trazado un plan que culmina en bendiciones. Esta promesa no solo nos invita a confiar, sino también a ser pacientes, sabiendo que Su tiempo es perfecto y que Su propósito se cumplirá en nuestra vida.
Además, este pasaje nos desafía a adoptar una perspectiva de fe, aun cuando las circunstancias sean desfavorables. Nos recuerda que Dios ve más allá de nuestro presente y está trabajando activamente para darnos un futuro lleno de esperanza. Al confiar en Su plan, aprendemos a descansar en Su fidelidad, sabiendo que Su voluntad siempre busca nuestro bien eterno.
Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com