“Bendito sea el Señor, que cada día nos colma de beneficios, el Dios de nuestra salvación.”
Salmos 68:19
Este versículo nos invita a reflexionar profundamente sobre la provisión y fidelidad de Dios. A menudo, nos encontramos atrapados en las preocupaciones diarias, olvidando que cada nuevo amanecer trae consigo un recordatorio del amor y cuidado divino. El salmista aquí nos dirige a una alabanza sincera, reconociendo que no hay un solo día en nuestras vidas en el que Dios no esté presente, colmándonos de Sus bondades.
El término “colma de beneficios” nos habla de la abundancia con la que Dios trabaja en nuestras vidas. No se trata de un suministro escaso o limitado; Él nos da con generosidad, ofreciendo no solo lo necesario para vivir, sino también aquello que fortalece nuestro espíritu. Esta verdad nos anima a mirar nuestro entorno con gratitud, reconociendo Su mano en cada bendición, ya sea grande o pequeña.
Además, al referirse a Dios como “el Dios de nuestra salvación”, el salmista destaca la obra más grande de todas: el rescate de nuestras almas. Dios no solo nos bendice en lo material o terrenal, sino que también asegura nuestra redención eterna. Este es un motivo de alabanza constante, porque nuestra esperanza no está limitada a este mundo, sino que se extiende hacia una promesa de vida eterna con Él.
En medio de las dificultades, este versículo nos recuerda que no estamos solos. Dios camina a nuestro lado, sosteniéndonos y llenándonos de Su paz. Incluso en los momentos más oscuros, Su luz brilla, guiándonos hacia la esperanza. Él es nuestra fuerza y refugio, el fundamento firme en el cual podemos confiar sin reservas.
Hoy, te invito a hacer una pausa y considerar las muchas maneras en que Dios te ha bendecido. Tal vez sea una oración contestada, un momento de consuelo en medio del dolor o la simple pero poderosa verdad de que Su amor por ti es inquebrantable. Agradece por todo lo que Él ha hecho, y confía en lo que seguirá haciendo.
Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com.
