miércoles 27 de noviembre de 2024 12:26 am
Eddy Tolentino

El biotwang, un misterioso sonido que desconcertó a los científicos durante 10 años, finalmente ha sido descifrado. Proveniente de las profundidades del océano, este enigma ha intrigado a oceanógrafos desde 2014, cuando fue detectado cerca de las Islas Marianas en el Pacífico occidental. El sonido, que parecía mecánico y no encajaba con otros sonidos naturales, fue bautizado como el biotwang de las Marianas.

Desde el inicio, los científicos sospecharon que las ballenas barbadas podrían ser las responsables. Sin embargo, no fue hasta 2018 que los investigadores de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) lograron confirmar que las ballenas de Bryde (Balaenoptera brydei), una especie migratoria poco estudiada, eran las productoras de este peculiar sonido. Esta conclusión se alcanzó al encontrar una correlación entre los avistamientos de estos cetáceos y las grabaciones de biotwangs en varias localizaciones.

El reto para los investigadores era procesar los datos masivos recogidos desde 2005, que acumulaban más de 500 terabytes de información, equivalente a unas 200,000 horas de grabaciones submarinas. Para resolver este desafío, la NOAA recurrió a Google AI, utilizando inteligencia artificial y aprendizaje automatizado para analizar los datos en horas, un trabajo que hubiera tomado años sin estas herramientas.

Este avance no solo resolvió el misterio del biotwang, sino que también permitió comprender mejor las costumbres de las ballenas de Bryde, identificando patrones estacionales y migratorios exclusivos de esta especie en el Pacífico noroccidental. La investigación reveló la presencia de una población estable en la región, aunque su comportamiento migratorio sigue siendo complejo debido a las cambiantes condiciones oceánicas.

Este estudio, publicado en Frontiers in Marine Science, ha abierto nuevas oportunidades para la investigación marina, ya que las herramientas desarrolladas son de código abierto y pueden ser utilizadas por la comunidad científica y el público en general.

Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com

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