Eddy Tolentino

La campaña electoral en Alemania se intensifica conforme se acerca el día crucial del 23 de febrero, que decidirá el futuro político del país. Un futuro que no solo es vital para Alemania, sino que también tiene una gran relevancia para la Unión Europea. La incertidumbre sobre quién tomará las riendas del primer motor de la UE ha hecho que muchas de las iniciativas que se estaban planificando en el bloque comunitario se frenen, a la espera de que se resuelva este proceso electoral.

Este periodo electoral es especialmente crítico considerando la crisis política que está atravesando Francia, el segundo motor de la Unión Europea. Las expectativas apuntan a que la victoria de los democristianos de la CDU-CSU, bajo el liderazgo de Friedrich Merz, parece más que probable. Sin embargo, la ultraderecha, representada por Alternativa para Alemania (AfD), ha dado un salto importante en las encuestas y se ha convertido en un actor relevante en esta contienda política.

La AfD, un partido con vínculos con movimientos neonazis y pro-rusos, ha escalado posiciones gracias a sus posturas radicales sobre inmigración, la UE y la política exterior. Recientemente, el magnate tecnológico Elon Musk, quien también está involucrado en la política estadounidense, se unió a la campaña, utilizando su plataforma X para mostrar su apoyo a Alice Weidel, la candidata de AfD para la cancillería, a pesar de que las encuestas no reflejan un respaldo masivo a su candidatura.

Musk, en una charla informal con Weidel, llegó a proclamar que ella era la principal candidata para gobernar Alemania, una afirmación que ha levantado polémica. Además de las provocaciones, como la afirmación de que “Hitler era comunista”, la candidata presentó algunas de las propuestas clave de la AfD. Estos puntos han causado controversia, con muchos críticos señalando que el apoyo de Musk a Weidel podría dar a su campaña una ventaja injusta, considerando la enorme base de usuarios de X en Europa.

Entre las propuestas más controvertidas de la AfD se encuentra su postura radical respecto a la pertenencia de Alemania a la Unión Europea. La AfD ha sido clara en su rechazo a la transformación de la UE en un “Estado federal” y propone que las competencias del bloque se reduzcan, devolviendo poder a los Estados miembros. Entre sus propuestas está la salida de Alemania de la moneda única, el euro, y la oposición a la creación de una unión bancaria. Incluso, se habla de un posible referéndum sobre la permanencia de Alemania en la UE, similar al Brexit británico.

En el ámbito de la seguridad interna, la AfD propone políticas extremadamente restrictivas respecto a la inmigración, incluyendo el endurecimiento de los controles fronterizos, que ya han sido implementados por el gobierno de Olaf Scholz en la frontera con Polonia. Además, la AfD propone una reforma legal que abarque, por ejemplo, la reducción de la edad mínima de responsabilidad penal a 12 años, lo que ha generado preocupación en diversos sectores de la sociedad alemana.

La introducción de referéndums a nivel nacional es otro punto clave en su programa, tomando como modelo el sistema suizo, donde cualquier ley aprobada por el parlamento puede ser sometida a consulta popular si se recogen suficientes firmas. De esta manera, los ciudadanos podrían influir directamente en decisiones políticas clave, como reformas laborales, de manera más directa.

A nivel electoral, la AfD aboga por la introducción de una “elección libre de listas”, en la que los votantes puedan elegir entre varios candidatos dentro de una misma lista o incluso excluir a ciertos candidatos. Además, proponen que el presidente federal sea elegido directamente por la ciudadanía, lo que, según ellos, garantizaría un proceso más transparente e independiente de los partidos políticos.

En términos de financiación de partidos, la AfD ha denunciado que las donaciones a través de fundaciones han alcanzado niveles desproporcionados y, por lo tanto, han exigido una regulación más estricta para evitar que partidos como la CDU, que recibe grandes cantidades de dinero de donantes privados, sigan beneficiándose de estas prácticas.

La AfD sigue ganando terreno, tanto en términos de apoyo popular como de influencia política, y parece que el escenario político alemán está cambiando rápidamente. Mientras tanto, los demás partidos políticos, incluidos los de la coalición de gobierno actual, se enfrentan al desafío de equilibrar sus políticas y ofrecer soluciones a los problemas que aquejan a la sociedad alemana, especialmente en un contexto de creciente polarización política.

La pregunta que muchos se hacen es cómo responderá Alemania ante este auge de la ultraderecha y qué significa este ascenso para la estabilidad de la Unión Europea en los próximos años.

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